Crisipo de Solos (c. 280-207 a.C.), nacido en Soli, cerca de la actual Mersin en Turquía, es una figura emblemática del estoicismo, considerado junto a Zenón de Citio como cofundador de esta corriente filosófica. Su trayectoria se inició en la Academia bajo la tutela de Arcesilao, aunque posteriormente se unió a la Stoa Poikile de Atenas, donde fue discípulo de Cleantes y sucedió a este último como cabeza de la escuela en el 232 a.C., manteniendo dicha posición hasta su muerte.
Crisipo fue un filósofo de raíces fenicias y, a pesar de su prolífica producción literaria, vivió en pobreza durante toda su vida. No siguió el camino de la riqueza, sino que subsistió gracias a sus amigos y a la enseñanza. Su estilo de escritura en griego se caracterizaba por ser torpe, reflejado en la expresión «solecismo», derivada de su ciudad natal, Soli. A pesar de esto, fue un escritor extremadamente prolífico, con alrededor de 705 rollos de papiro, de los cuales no se conserva ninguno hoy en día.
En términos de su contribución filosófica, Crisipo fue crucial en la sistematización del estoicismo y es notable su trabajo en la lógica proposicional, siendo uno de los primeros en organizarla como una disciplina intelectual. Esto permitió a los estoicos realizar avances significativos en matemáticas y ciencia. De sus numerosas obras sobre lógica, se destacan sus escritos sobre la Paradoja del Mentiroso.
En la física, Crisipo hizo distinciones entre «todo» y «universo», argumentando que el «todo» es el mundo, mientras que el «universo» incluye tanto el vacío externo como el mundo. Creía que la lógica y la física eran necesarias para diferenciar entre el bien y el mal, y sostenía que el conocimiento de la física era esencial antes de formular la ética.
Crisipo también desarrolló una teoría del conocimiento elaborada, principalmente empírica y basada en la percepción, aunque permitía ciertas ideas y principios establecidos por el acuerdo de la humanidad. En matemáticas, aportó la noción de que «uno» es un número, lo cual en su época no era una idea aceptada universalmente.
Su muerte está rodeada de varias versiones, incluyendo una que sugiere que murió de risa y otra que menciona el consumo de vino excesivamente fuerte. La influencia de Crisipo en el estoicismo es tal que se ha dicho: «Si no hubiera existido Crisipo, no habría existido el estoicismo».