Zenón, conocido filósofo, nació alrededor del año 334 a.C. en la ciudad de Citio, ubicada en la isla mediterránea de Chipre. Su ascendencia es motivo de debate, ya que Citio era un crisol de culturas fenicias y griegas. Sin embargo, la evidencia indica que Zenón poseía un nombre griego y una educación superior helenística, y no se cuenta con datos de que hablara otro idioma distinto al griego. Mnaseas, su padre, tenía un nombre que podía interpretarse tanto en fenicio («el que hace olvidar») como en griego («el que recuerda»).
Gran parte de la información sobre su vida se encuentra en las obras de Diógenes Laercio, quien relata que Zenón se sintió atraído por la filosofía tras consultar al oráculo sobre cómo llevar una vida plena. La enigmática respuesta divina fue que debía «tomar el color de los muertos», tras lo cual Zenón se dedicó al estudio de los pensadores clásicos. Zenón llegó a ser un próspero comerciante y, luego de sobrevivir a un naufragio durante un viaje desde Fenicia a Peiraeus, arribó a Atenas y visitó a un librero. Allí descubrió las obras de Xenofonte, y quedó tan fascinado con la figura de Sócrates que preguntó dónde podría encontrar a alguien semejante. Justo en ese momento, Crates de Tebas, célebre filósofo cínico, pasaba por allí, y el librero se lo señaló.
Se dice que Zenón era un hombre de complexión delgada y piel morena, que llevaba una vida austera y ascética, a pesar de su riqueza. Esta tendencia es coherente con las influencias de la enseñanza cínica, y se reflejó en gran medida en su propia filosofía estoica. Desde el día en que Zenón se convirtió en discípulo de Crates, mostró un gran interés por la filosofía, pero con una modestia natural que le impidió adoptar la desfachatez propia del cinismo. Para ayudar a superar este aspecto, Crates le encargó transportar un pote de sopa de lentejas por la zona del Ceramicus; cuando Zenón, avergonzado, intentó ocultarlo, Crates rompió el pote con su bastón. Mientras Zenón huía con la sopa escurriéndose por sus piernas, Crates le gritó: «¿Por qué huyes, mi pequeño fenicio? No te ha ocurrido nada terrible».
Aparte de Crates, Zenón también estudió con filósofos de la escuela Megariana, como Stilpo, y los dialécticos Diodorus Cronus y Philo. Se cree además que estudió filosofía platonista bajo la tutela de Xenócrates y Polemo.
Zenón comenzó a dar lecciones en una columnata en el Ágora de Atenas, conocida como la Stoa Poikile. Entre sus seguidores se encontraba el rey Antígono II Gonatas de Macedonia, quien solía visitarlo cada vez que iba a Atenas. Se cuenta que Zenón rechazó una invitación para visitar a Antígono en Macedonia, y en su lugar envió a su amigo y discípulo Persaeus. Otros discípulos notables de Zenón incluyen a Aristo de Chios, Sphaerus y Cleanthes, quien sucedió a Zenón al frente de la escuela estoica en Atenas.
Se cuenta que Zenón rechazó la ciudadanía ateniense cuando se la ofrecieron, por lealtad a su tierra natal, donde era muy estimado, y donde contribuyó a la restauración de sus baños, tras lo cual su nombre fue inscrito en una columna allí como «Zenón el filósofo». Se dice que Zenón era un hombre de carácter serio y reservado; que prefería la compañía de pocos a la de muchos; que le gustaba sumergirse en investigaciones; y que le disgustaban los discursos verbosos y elaborados. Diógenes Laercio ha recopilado muchas observaciones ingeniosas de Zenón, aunque estas anécdotas se consideran poco fiables en general.
Zenón murió alrededor del 262 a.C. Se cuenta que al salir de la escuela, tropezó y se rompió un dedo del pie. Golpeando el suelo con su puño, citó un verso de la obra Niobe, diciendo «Vengo, vengo, ¿por qué me llamas?», y murió en ese mismo instante al contener la respiración.
En su funeral se compuso un epitafio que decía: «Aunque tu país natal era Fenicia, ¿qué necesidad hay de menospreciarte? ¿No vino Cadmo de allí, quien le dio a Grecia sus libros y el arte de escribir?». Esta frase buscaba transmitir que, a pesar de ser de origen no griego, los griegos respetaban a Zenón. En su honor, se construyó una estatua de bronce y fue considerado «el hombre más noble de su época».
Actualmente, uno de los cráteres de la Luna lleva su nombre en su honor.