Las elecciones difíciles son una encrucijada en la vida de todo ser humano, un punto donde la voluntad y la sabiduría se ponen a prueba. En el estoicismo, estas encrucijadas no se ven como obstáculos, sino como oportunidades para fortalecer nuestro carácter y ejercitar nuestra virtud. Como dijo Séneca: «No es porque las cosas son difíciles que no nos atrevemos; es porque no nos atrevemos que son difíciles».
Cuando enfrentamos decisiones difíciles, nos encontramos en el terreno ideal para la práctica estoica. La filosofía estoica nos enseña a centrarnos en lo que está dentro de nuestro control, aceptando que hay aspectos de la vida que simplemente están fuera de nuestro alcance. Marco Aurelio, en sus ‘Meditaciones’, enfatiza la importancia de esta distinción: «Tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos externos. Date cuenta de esto, y encontrarás la fuerza».
Pero, ¿cómo aplicamos esto a las elecciones difíciles? Primero, debemos identificar qué elementos de la decisión están bajo nuestro control. ¿Podemos influir en el resultado? ¿O estamos preocupándonos por factores que están más allá de nuestra capacidad de cambio? Esta distinción nos permite enfocarnos en nuestras acciones y actitudes, más que en los resultados incontrolables.
Una vez que hemos establecido lo que está bajo nuestro control, el siguiente paso es reflexionar sobre nuestros valores y principios. ¿Qué decisión refleja mejor estos valores? El estoicismo no se trata de suprimir emociones o deseos, sino de alinearlos con la razón y la virtud. Epicteto, en su ‘Enquiridión’, aconseja: «No pidas que las cosas sucedan como deseas, sino desea que sucedan como suceden, y serás feliz».
En la práctica, esto podría significar tomar una decisión que, aunque difícil, se alinea con nuestro sentido de integridad y propósito. Por ejemplo, dejar un trabajo lucrativo que va en contra de nuestros valores éticos, o decidir cortar lazos con una relación tóxica. Estas decisiones requieren una voluntad fuerte, pero también ofrecen una oportunidad para el crecimiento personal y la paz interior.
La fortaleza de voluntad, en el estoicismo, no es rigidez o terquedad. Es la capacidad de actuar de acuerdo con nuestros principios, incluso cuando las emociones o las circunstancias externas nos empujan en otra dirección. Esto requiere una práctica constante, una reflexión profunda y, a menudo, la aceptación de algún grado de incomodidad o dolor.
En la vida diaria, podemos fortalecer nuestra voluntad a través de ejercicios como la meditación, la escritura reflexiva o la visualización de situaciones difíciles y cómo podríamos manejarlas de acuerdo con nuestros principios estoicos. También podemos buscar inspiración en las historias de figuras estoicas históricas y contemporáneas que han enfrentado dilemas similares.
Finalmente, es crucial recordar que la fortaleza de voluntad no significa enfrentar estos desafíos solos. Aunque el estoicismo enfatiza la autosuficiencia, también reconoce el valor de la comunidad y el apoyo mutuo. Compartir nuestras luchas y perspectivas con otros puede ofrecer nuevas perspectivas y fortalecernos en nuestro camino.
Entonces, cuando te enfrentes a una elección difícil, pregúntate: ¿Qué está bajo mi control? ¿Qué decisión refleja mejor mis valores y principios? ¿Cómo puedo fortalecer mi voluntad para actuar de acuerdo con estos principios? Y recuerda, en palabras de Marco Aurelio: «La mejor venganza es ser diferente a quien causó el daño». En cada elección difícil, tienes la oportunidad de afirmar tu carácter y crecer en virtud. ¿Qué camino elegirás?